Arrugas en cubierta.
Los presidentes de cuatro empresas europeas relacionadas con la fabricación de estilográficas se reúnen en un yate para pasar unos días de descanso. Durante una de sus habituales partidas de póquer, lo que comienza como una broma acaba convirtiéndose en todo un desafío para Odermann, el ejecutivo alemán: se compromete a crear un objeto exclusivo, que nadie pueda comprar, aunque tenga todo el dinero del mundo... Nace así la "Amsterdam Solitaire".