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Al margen de los elementos originales que, derivados
de las experiencias vividas en una España golpeada
por la guerra, aportaron a sus respectivas
visiones, ninguno de estos autores pudo resistir la
tentación de aplicar los clichés que, desde varias
centurias atrás, venían asociándose incesantemente
con la imagen de España, como eran, por
ejemplo, el atraso material del país, la incompetencia
de sus gobernantes o el carácter noble y
apasionado de sus habitantes. Resulta interesante,
por tanto, comprobar cómo, en pleno siglo XX,
el conocimiento directo de España no era óbice
para que el país continuara siendo visto a través
de unas categorías heredadas del pasado.